¿Tu té tiene mal sabor? Estas son algunas de las causas y la forma de evitarlas para que tengas una deliciosa experiencia bebiendo té. Algunas veces cometemos errores con el agua, otras se trata simplemente del tipo de té.
1- El tiempo cuenta
Uno de los mayores problemas de quienes comienzan a preparar su propio té es no tener idea de cuánto tiempo hay que dejar la bolsita en la taza con agua caliente. Es más, nunca falta quien toma el té con la bolsita adentro, lo que espantaría hasta el británico más liberal.
El té es una preparación muy sensible. Si dejas las hojas o la bolsa demasiado tiempo sumergida en el agua caliente tu té será amargo, porque estarás extrayendo demasiados taninos. Estos taninos son excelentes anti inflamatorios y antioxidantes, pero cuando la cantidad en tu taza es excesiva, le dará al té un gusto amargo y astringente.
Las infusiones de hierbas también pueden tener un sabor amargo y se debe a que muchas contienen taninos, por lo acortar el tiempo del remojo hará que tenga mejor sabor.
Cuando uses té verde, deja reposar la bolsita en el agua no más de 2-3 minutos.
Con el té negro y el rooibos puedes alargarlo hasta 3-5 minutos.
El té blanco o el té oolong debe remojarse durante un mínimo de un minuto y luego revisarse cada 30 segundos hasta que haya alcanzado el momento perfecto de preparación. En algunos casos, esto puede tomar hasta 10 minutos. Depende de cómo te guste.
Los tés de hierbas o infusiones son menos delicados, aunque generalmente liberan todo su sabor después de 5 minutos. Si dejan no más de 7 minutos las hierbas en el agua caliente, puedes evitar el sabor amargo.
2- La temperatura del agua
Otra forma de arruinar un té, tan común como el tiempo es la temperatura del agua. Cuando el agua está muy caliente, cocina o quema las hojas de té.
Por ejemplo, es un error enorme agregar las hojas o la bolsita de té al agua hirviendo en el fuego y dejarlas ahí que hierva todo junto unos minutos. El té será amarguísimo, intomable.
Ahora, tampoco hay que irse para el otro lado: si el agua está demasiado fría no extraerá los sabores del té y beberás algo muy parecido al agua.
Entonces, ¿a qué temperatura debe estar el agua del té?
Para el té verde, 80 C es suficiente. Si usas agua más caliente quemarás el té y no quedarás satisfecho con el resultado. Si no tienes termómetro, haz hervir el agua y déjala enfriar durante unos 2-3 minutos.
Para el té negro y el rooibos, 90 C está bien. Puedes usar agua un poco más caliente, pero no exageres o te quedará amargo, lleno de taninos.
Para el té blanco, necesitarás el agua a 75 C y mucha paciencia al prepararlo. El té blanco es muy delicado, y tendrás que comprobarlo cada pocos segundos para ver si es el sabor que te gusta.
Para los tés de hierbas, no uses jamás agua hirviendo. Usa 90 C, como lo harías para el té negro. Y nunca, nunca hiervas el agua con las hierbas adentro. Estarás arruinando el sabor.
Si te gusta mucho el té, compra un termómetro de agua. Verás que obtienes lo mejor de cada hoja.
3- La calidad del agua
En general no es algo a lo que prestamos mucha atención ya que estamos acostumbrados a usar el agua de nuestro hogar y creemos que es la mejor.
Pero es necesario tenerla en cuenta, no solamente para preparar tu té sino para beber en general. Verifica la pureza y dureza de tu agua. El contenido mineral, el cloro y los niveles de pH pueden afectar tanto el sabor como el aroma del té, aunque sea imperceptible al paladar. Para purificar el agua intenta colocar un filtro en la bajada de agua o usa agua mineral embotellada para ver si notas diferencia.
En cuanto a la dureza, sabrás si el agua es dura porque se junta sarro o depósitos de minerales en las ollas o teteras. El agua dura también deja una mancha opaca cuando dejas caer unas gotas en un vaso de vidrio. Esto no constituye ningún problema para la salud, pero puede modificar un poco el sabor del té. Prueba comprando agua embotellada, no hace falta que sea mineralizada.
Sin embargo, si el sabor desagradable del té es amargo, entonces es posible que no se trate de la calidad del agua ni de la dureza, sino de la temperatura usada.
4- El té no es eterno
Otra forma de asegurarte de que tu té tenga un excelente sabor es almacenarlo bien. En general, no puedes usar bolsitas de té que tengas en tu alacena por más de 3 años.
Tampoco uses té en hojas que hayas dejado en una lata mal cerrada durante más de 1 año.
En realidad, para conservar su sabor, el té debe mantenerse en un lugar oscuro, seco y fresco, donde no le llegue la luz solar y bien lejos de cualquier fuente de calor. No debe haber flujo de aire ya que hará que el sabor se evapore.
Obviamente en nuestra cocina no siempre tenemos en cuenta estas condiciones especiales. Puedes solucionarlo comprando menor cantidad de bolsitas de cada sabor y almacenarlas lo mejor posible. Si las colocas en un frasco hermético y en la parte baja de la alacena (el calor sube hacia los estantes superiores) podrás conservarlas más tiempo y con su sabor intacto.
5- Ojo con las comidas de sabor fuerte
Si has comido algo de sabor muy intenso, especialmente con muchas cebollas, ajo o pimientos, tu té puede tener un sabor extraño.
Los sabores fuertes, ya sean bebidas o alimentos, harán dos cosas:
*Dejarán un residuo en la boca, haciendo que el té tenga un sabor semejante a los que comiste o bebiste antes
*Embotan tu sentido del gusto, ya que el sabor es tan intenso que no sentirás las notas sutiles del té.
Entonces si acabas de comer carnes ahumadas, guisos picantes, jugo de naranjas, gaseosas cola o agua tónica, o te acabas de lavar los dientes, puedes esperar que el sabor que percibes del té no sea el verdadero.
Lo mejor es esperar una hora antes de paladear sabores sutiles como los del té, incluso los más intensos como lo frutados.
El té verde , el más bebido en el mundo , se utiliza mucho para “limpiar el paladar” de sabores fuertes. Este es el caso de los sommeliers y los catadores de alimentos, que entre una muestra y otra suelen enjuagar la boca con té verde.
6- Considera renovar tu taza
El material, el estado y el tipo de taza puede afectar el sabor del té. La explicación breve es que las tazas más delgadas y de superficie más lisa son las mejores para tomar el té. O cualquier bebida, en realidad.
Será más fácil beber una taza delgada, ya que no se derramará sobre y alrededor de tu boca, lo que sí sucede con una taza gruesa. Esta es la razón por la cual la porcelana china que es tan delgada es mejor para beber té que los gruesos tazones de café que están tan de moda.
Si tu taza tiene un acabado interior suave y esmaltado, el sabor de ninguna bebida dejará su huella en la superficie, por lo que no contaminará tu té. Además, será fácil de lavar y el té no dejará manchas. También se recomiendan las tazas de vidrio de calidad que no absorben los sabores.
Pero si tienes que tomar en una taza de metal poco pulido, el sabor será diferente y podría acumular residuos fácilmente debido a la textura del metal.
Si has probado con todos estos recursos y aun así te parece que tu té no tiene buen sabor, tal vez ese té no es para ti. ¡No tienen por qué gustarte todos los tés! Mucha gente considera que el té negro es demasiado fuerte o que los tés frutales son empalagosos. Si pruebas otros sabores es muy probable que mejores tu experiencia con el té.
Fuente:
Food Quality and Preference